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domingo, 28 de marzo de 2010

Nuestros Ancestros

El sol, un nuevo dios.

Hace 14 siglos antes de Cristo se produjo en Egipto una revolución religiosa. El faraón Amenofis IV que cambia su nombre por el de Akenatón, servidor de Atón, concibe un dios superior a todos los demás: el Sol, más que como objeto es visto como una fuerza, una "energía" divina, creadora de todo lo existente. El faraón cambia su capital a una nueva ciudad: Tell-el-Amarna que deberá ser amplia, llena de luz, sin supersticiones, ni templos oscuros, ni magia. Impone como dios único y verdadero en todo Egipto, al disco solar con el nombre de Atón. Este monarca fue suegro de Tutankhamón, uno de los pocos faraones que lograron que lograron descansar sin ser profanados. En el año de 1923 un arqueólogo inglés, Howard Carter, descubrió la tumba de Tutankhamón y rescató un tesoro de arte valiosísimo que ha permitido reconstruir con fidelidad la época.

Culto a los muertos y la construcción de pirámides

La religión constituía un aspecto fundamental de la vida de los egipcios, y su significación se prolongaba incluso después de la muerte. De aquí el culto sumamente especial y fervoroso que rendían a los muertos. Este pueblo creía firmemente que, después de morir, el alma del hombre viviría feliz sólo si se daba un tratamiento especial al cadáver para preservarlo de la corrupción. De esta manera perfeccionaron el proceso de conversión llamado embalsamiento, por el cual convertían los cadáveres en momias que colocaban en sarcófagos. Estos se decoraban con mayor o menor suntuosidad, dependiendo de la jerarquía social del muerto.

En la tumba se depositaban diversos objetos que, se creía, el difunto podría necesitar o echar de menos en la otra vida. Aves y gatos, entre otros animales, eran también embalsamados para servir de compañía a los hombres en su viaje al otro mundo. No podía faltar la inclusión de un papiro en las que se consagraban las virtudes y buenas obras del difunto, con la finalidad de que fuera juzgado indulgentemente por Osiris, el dios de la otra vida, en el tribunal de los muertos.

Las pirámides constituían las tumbas más fastuosas e imponentes, pues en ellas se daba sepultura a los faraones. Las más importantes son las de Keops, Kefrén y Micerino, a orillas del río Nilo.

La edificación de estas construcciones ha sido objeto de admiración de todas las generaciones posteriores. Consideradas como una de las siete maravillas del mundo antiguo, representan una obra de ingeniería que aún hoy constituiría un reto tratar de igualar. Fueron erigidas a impulsos de un sentimiento religiosos sumamente intenso, así como a los de trabajo forzado de millares de esclavos.

La religión egipcia atravesó por diversas etapas y vicisitudes. Recorrió el largo camino que va desde el politeísmo hasta una especie de monoteísmo con resabios filosóficos. Los dioses principales de la religión politeísta (unos 700 aproximadamente) fueron Amón-Ra, Osiris, Horus e Isis. Por lo común, se representaba a las deidades con figuras de animales, para simbolizar con ello su diversidad de funciones y atributos.

Durante el siglo XIV a. C., el faraón Amenofis IV repudió la adoración a varios dioses e implantó el culto a una sola divinidad, Atón, el disco solar. Amenofis adoptó el nombre de Akenatón ("el que agrada a Atón") e hizo borrar de todos lo monumentos los nombres de los dioses adorados por los egipcios. Sin embargo, a la muerte de Akenatón se instituyó de nuevo el antiguo politeísmo, debido principalmente a los intereses de la clase sacerdotal cuyas prerrogativas habían sufrido un duro descalabro con la reforma monoteísta del culto a Atón.

De todos los monumentos de piedra conocidos en el mundo, son las pirámides las que han causado desde siempre mayor admiración e interés, en especial la atribuida al faraón Keops, que suele recibir el nombre de Gran Pirámide. Pero así como se han dedicado a estas construcciones elogios de toda clase, tampoco han faltado los personajes, de todos los tiempos, que han querido ver en ellas un ejemplo de la vanidad de los hombres.

La toponimia es la ciencia de descubrir el sentido de una palabra, casi siempre lugar geográfico, a partir del nombre que tiene en la actualidad y comparándolo con el que tuvo en otros tiempos.

Esta ciencia quiso aplicarse con el origen de la palabra pirámide, sin saber si era de origen egipcio, judío, griego, o muy anterior, perteneciente tal ves a una lengua que ya no existe. Por culpa de este desconocimiento se ha querido dar varios significados a la palabra.

Algunos autores han querido ver la relación 3.1416 en el nombre de la pirámide, recordando que la suma de los cuatro lados de la base dividida por la mitad de la altura es aproximadamente igual a pi. La siguiente partícula, que es ra, coincide según ellos con el Ra, o dios solar, tan respetado por los egipcios, y vienen así a confirmar que la Gran Pirámide fue un templo dedicado al culto solar, entre otras cosas. Según otros expertos, dicen que esta palabra se inicia con el término griego pyr, que significa fuego. Surge entonces una alternativa : que la pirámide tiene forma de llama, explicación que parece ridícula para quienes quieren aproximarse a la verdad.

Se tiene la casi certeza de que el primer constructor de pirámides en Egipto fue el legendario Imhotep, el ingeniero más grande de su época, muy superior a Dédalo, autor del laberinto de Creta donde sería encerrado el Toro de Minos.

Creencias religiosas

Practicaban la zoolatría (culto a animales), creían en la encarnación en animales, por ejemplo APIS, el buey negro de Memfis; Meru Hur el toro blanco de Heliópolis .

El pueblo egipcio era muy religioso. Cada provincia tenía sus dioses particulares, pero sobre todo adoraban a una triada, y la figura principal era el dios Sol, llamado Osiris en Abydos, Phtah en Menfis, Ra en Heliópolis, Amón en Tebas.

Cada dios tenía una mujer y un hijo: la mujer de Osiris era Isis y su hijo era Horus, el cual simbolizaba al sol naciente. A cada dios se le atribuía una historia propia , un mito que variaba de una provincia a otra. Eran representados con forma humana o animal, o bien con forma mixta: mitad animal, mitad humanos: Horus se representa como un hombre con cabeza de halcón. Los egipcios consideraban sagrados a un gran número de animales como por ejemplo el buey, el escarabajo, el ibis, el cocodrilo, el gato, halcón. Cada dios se representaba bajo las formas de estos animales, que los sacerdotes reconocían por determinados signos y al cual rendían culto. El más conocido de estos cultos es el del buey Apis, reencarnación de Phtah en Menfis; Apis tenía su templo y sus sacerdotes; después de su muerte se le embalsamaba y su momia se depositaba en un cementerio especial, el Serapeum, descubierto por el sabio francés Mariette en 1851.

Daban especial importancia al culto de los muertos. Creían en una forma futura e imaginaban, sobre todo a los primeros tiempos, que el hombre poseía un "doble", especie de replica del cuerpo, invisible e inmaterial, el cual, después de la muerte debía encontrar asilo en una tumba; pero para que este pudiese vivir, el cuerpo debía de ser preservado de la destrucción.

Por esto se embalsamaban los cadáveres, convirtiéndolos en momias, las cuales, depositadas en sitios secos, al abrigo de las crecidas del Nilo se conservaban indefinidamente.

Creían que el destino del alma después de la muerte, su destrucción o felicidad dependía de la conducta que el individuo había practicado en vida. Para que el muerto pudiese defender su causa ante el tribunal de Osiris, se colocaba al lado de su sarcófago el Libro de los muertos, especie de guía para el otro mundo, donde el muerto encontraba las indicaciones de todo lo que debía hacer par justificarse ante sus jueces.

Razón tenía Herodoto, el gran historiador griego, al referirse a los egipcios como "los mas religiosos de todos los hombres". Admirando este ilustre viajero de la proliferación de los dioses en las tierras del Nilo, dijo igualmente de sus habitantes : "Oh buenas gentes, a quienes hasta en sus mitos huertos nacen dioses".

Otra de las causas del atraso de la verdadera cultura y por lo mismo de la especulación filosófica entre los egipcios, fue la organización misma del estado absolutista, bajo la autoridad despótica y omnímoda del Faraón. A este se consideraba como hijo de dios y personificación de la divinidad en la tierra, a su muerte, entraba a figurar, automáticamente, entre los dioses inmortales.

Las nobles conquistas del espíritu y la razón, una de las mas gloriosas de las cuáles es la filosofía, o la investigación del como y el porqué de las cosas, no medra allí donde la fuerza bruta sojuzga al espíritu y donde el látigo del amo habla mas recio que todas las voces del alma.

No fue otro el medio en que vive su historia el Egipto faraónico. La enormidad de las realizaciones materiales de este pueblo, en pirámides, ciudades, templos, estatuas, canales, mausoleos, etc., no guarda proporción de ninguna clase con lo escaso de su desarrollo espiritual.

Tan solo un pueblo de esclavos, bajo la consigna de un déspota, pudo haber levantado aquellos inútiles colosos de materia., ninguno de los cuales tiene la grandeza espiritual y eterna que admiramos, verbigracia, en las grandes creaciones del arte y el pensamiento de griegos.
Mitología y religión. Vestigios de especulación filosófica.

1. doctrina del alma y su inmortalidad. Es posible descubrir, con todo, algunos intentos de especulación filosófica, entresacados del laberinto de la mitología. Allí aflora la doctrina según la cual todo ser viviente, no importa si dios, hombre o animal, posee un elemento que lo anima. Es el ka o "sombra" (alma), verdadero el "doble", que sobre vive al cuerpo y más al real y permanente que el mismo objeto que anima. El ka necesita, por naturaleza, la morada de un cuerpo u objeto material para subsistir.

De aquí la costumbre del embalsamiento y momificación con la imagen del difunto, para que el alma (ka), presente al lado del cadáver, se consuele y tenga morada visible. Ello explica también porque para lo egipcios, la casa o habitación de los vivos, no era sino a modo de posada u hospedería, mientras que el sepulcro la morada eterna.

De la misma doctrina es responsable, además del culto de los muertos y de la doctrina de la inmortalidad, la adoración y culto de los animales, tan generalizada en ese medio y la creencia en la virtud mágica de los hombres. Esto es inseparable de las prácticas esotéricas del ocultismo egipcio, pues al igual que de una morada visible, la supervivencia de la persona después de la muerte, era inseparable de la preservación de su nombre, según lo explica el Libros de los muertos.

2. el más allá.. En las tradiciones filosóficas de la casta sacerdotal (el segundo poder después del faraón), descubrimos un doctrina mas racional relativa a la inmortalidad y la vida futura. Según ella., el hombre está integrado de tres elementos : el khat o cuerpo , el Khu o espíritu, emanación de la esencia divina y el alma, que se denomina Ka, mientras reside en la momia o estatua del muerto y Ba, si desencarnada.

Como Ba se representa al juicio después de la muerte al comparecer ante Osiris y los cuarenta y dos jueces. Allí es pesada en la balanza por Horus y Anubis, mientras Toth, registra el resultado.

Los buenos entran al Aulu, especie de "Campos Elíseos" . y los malos van al infierno y empiezan el tormento de las transmigraciones en cuerpos de animales, que pueden terminar en el aniquilamiento. Pero cualquiera que sea la suerte del alma, en último termino, regresa a unirse nuevamente con el cuerpo en el gran día de la resurrección.

Codigo de moral :De capítulo sobre el juicio articular en el libro de los muertos se colige que el ideal de la conducta entre los antiguos egipcios se guiaba por el sentido práctico y un elevado nivel de pureza y religiosidad.

Del interrogatorio al que era sometida el alma, se concluye, que la caridad, la benevolencia, castidad, justicia social, clemencia y el amor de los trabajos del espíritu, se catalogan entre las virtudes fundamentales. No solamente se insiste sobre el ejercicio exterior de estas virtudes, sino también sobre la moralidad de los pensamientos y deseos.